Pasadas dos semanas desde el final de las fiestas, he aquí la reflexión pública de Abotsanitz.
Ante todo, expresamos nuestro pleno apoyo y nuestra solidaridad al alcalde y al equipo de gobierno ante la campaña de ataques públicos que han sufrido.
A mediados de agosto empezó la tensión precursora del enfrentamiento. El día 22, antes que nunca y con un apoyo sin precedentes, el alcalde firmó un decreto que se presentó a todos los partidos en una junta de portavoces. Pero a los pocos días se puso en marcha una campaña de desgaste político y de búsqueda de polarización ciudadana que incluía rumores, mentiras, insultos y fake news. Por ejemplo, se dijo que el decreto de alcaldía estaba “secuestrado” y que, contraviniendo la ley, no se quería hacerlo público. Y así, otras afirmaciones sin fundamento.
Aunque la ley no lo ordena, en aras de la transparencia y para rebajar tensiones, el ayuntamiento, por primera vez en la historia, publicó un decreto referido a uno de los temas que suelen ser conflictivos (como horarios de los bares, organización del día 8, etc.). Toda la ciudadanía hondarribiarra ha tenido la posibilidad de leer y analizar un decreto relativo a las fiestas para, en directo y sin manipulaciones, poder sacar sus propias conclusiones.
A pesar de la claridad con la que se han difundido los decretos, los itinerarios, los horarios y los criterios de utilización del espacio público, que en lo fundamental son similares a los de años anteriores, a pesar de ello, hemos tenido que soportar una infundiosa campaña de comunicación.
También se han vivido momentos dolorosos en las compañías con la expulsión de algunas personas por pensar diferente. Vaya igualmente para ellas nuestra solidaridad.
Generalmente los cambios, sean grandes o pequeños, provocan miedo e incomodidad. Comprendemos el temor de un hombre hoy en día para expresar ambas cosas: su devoción al alarde y su aceptación a desfilar sin problemas con las mujeres. Tiene miedo a la expulsión, a la marginación. Frente a esto, un pueblo fuerte debe contestar con valentía y unidad, estimulando el entendimiento y el cuidado mutuos, jamás fomentando la división.
El 2 de septiembre Abotsanitz había convocado una asamblea en el salón de actos de Kultur Etxea, a la cual acudió masivamente la ciudadanía, entre la cual, unas veinte autoridades de HAOSE (Hondarribiko Alardearen Ondarea Sustatzeko Elkartea). Fue una situación insólita y queremos sinceramente agradecer su presencia. Quedó claro que nuestras puertas están abiertas, que actuamos con transparencia, que hay espacio para las personas que piensan diferente y opción para la libre expresión de las ideas. El respeto a la libertad de expresión es fundamental, y, en ese sentido, la asamblea es un hito histórico.
Mucha gente ha expresado su deseo de celebrar las fiestas en un ambiente alegre, sosegado y de respeto, y no dudamos de que esa sea la aspiración de la mayoría. A todas las personas que anteponiendo el amor al odio habéis ejercido de puente, muchas gracias.
Sin embargo, no se puede ocultar que algunos y algunas, con la excusa de problemas de seguridad no precisados y presuntas zonas de tensión, han instrumentalizado el miedo y, manipulando sentimientos y emociones, se han dedicado a fomentar el malestar y las desavenencias.
Como muestra, los sucesos del 7 de septiembre. Aquella tarde, como todos los años, tras la Salve, la corporación municipal democráticamente elegida se dirigía a bailar el aurresku en la Plaza de Armas. Pero apenas entraron en la plaza se vivió una situación extrema con dos posturas enfrentadas: por un lado, insultos y txiflos y, por el otro, aplausos. La crítica es legítima y deseable, pero ejercida respetuosamente y por eso rechazamos lo sucedido y manifestamos nuestra total solidaridad con todos los miembros de la corporación.
En los meses venideros, este partido va a realizar una lectura crítica más detenida de lo sucedido este año, para seguir intentando mejorar la forma de hacer las cosas y también la forma de comunicarlas, para poder avanzar en la construcción del futuro.
Invitamos a los partidos de la oposición a realizar también esa lectura crítica. Es preocupante lo que estos partidos han imputado al equipo de gobierno, responsabilizándole del ambiente de tensión y acusándole de falta de transparencia. Y nos preguntamos: ¿qué ganaba el gobierno municipal creando esa tensión?
En cuanto a la transparencia, el pueblo tiene que saber que el decreto de alcaldía, incluso antes de ser firmado, fue presentado a la junta de portavoces. Desgraciadamente, se ha hecho un uso torticero de lo allí hablado. Despreciando el acuerdo de confidencialidad, se filtró información y entonces estalló todo. Estos hechos son inaceptables. La ciudadanía se merece representantes políticos que actúen con responsabilidad y lealtad institucional. ¿Qué ganaba la oposición generando una tensión innecesaria?
En cualquier caso, en el tema del alarde, las altas instancias donde gobierna el PNV han apoyado a nuestro Gobierno Municipal. Lo demuestran las palabras de la vicelehendakari Ibone Bengoetxea el día 8, deseando a la ciudadanía hondarribiarra disfrutar de unas fiestas basadas en el respeto mutuo, el diálogo y la convivencia. Hacemos nuestro ese deseo.
Pero paradójicamente, el día 8 solamente tres de los seis concejales del grupo municipal del PNV recibieron a la compañía Jaizkibel en el pórtico de la iglesia, signo evidente de su división interna. Le pedimos a EAJ-PNV que sea consecuente con la postura de las instituciones en las que gobierna, y que apoye el proceso municipal. Han pasado muchos años y se ha demostrado que el inmovilismo de los cargos públicos no favorece las vías de solución.
Al PSE-EE le pedimos que demuestre honestidad política y que no vaya difundiendo rumores y bulos sin fundamento. Saben perfectamente que el día 7 los mandos del alarde tenían permiso, por decreto del alcalde, para entrar en la plaza y que nadie se lo impidió. Dichos mandos decidieron libremente no entrar en la plaza; que nadie utilice esto como excusa para explicar la subsiguiente y planificada agresión. Lo sucedido no tiene justificación en una sociedad democrática. Además, como en el PNV, también en el PSE-EE la postura de sus altos cargos es mucho más clara que la de sus concejales.
Pensamos que estos comportamientos dañan la credibilidad de los grupos políticos y perjudican a una institución que es de todos y todas. Hacemos un llamado a la responsabilidad y a la lealtad para posibilitar la vuelta al diálogo.
Incluso en los momentos de desesperación, el talante de nuestro pueblo nos ha devuelto la esperanza: es destacable la normalidad y la ausencia de conflictos a lo largo del día 8. La ciudad de Hondarribia demostró que frente al odio salen triunfantes la madurez y el respeto; que las amenazas de inseguridad se quedaron en eso, en amenazas; que los fantasmas del miedo que se instigaron no eran ciertos. La ciudadanía corroboró que el día 8 no hay ningún problema para convivir todas y todos.
Estamos en una encrucijada histórica y para avanzar, vemos dos caminos posibles: o prolongamos el sufrimiento otros veinticinco años perjudicando a otra generación entera, o, de una vez para siempre, dejamos los partidismos y las siglas políticas a un lado y desde el pueblo y con el pueblo buscamos la forma de que el Alarde no vuelva a ser motivo de desunión.
Para finalizar, una última reflexión que venimos repitiendo desde nuestro inicio: la solución vendrá de la mano del diálogo entre diferentes. Teniendo en cuenta a todos los agentes que se mueven alrededor del Alarde, tenemos que juntarnos y hablar y, a pesar de la incomprensión inicial, seguir hablando. Nos reafirmamos en el escrito que publicamos antes de las fiestas, en nuestro compromiso de hacer todo lo posible sin dejar a nadie atrás en el camino.
Queremos hacer nuestras las palabras del obispo Fernando Prado reclamando empatía, flexibilidad y comprensión en el voto del día 8 en Guadalupe: “Hoy es un día grande y estamos aquí reunidos como pueblo para celebrarlo y para celebrar también nuestra solidaridad”.
En Hondarribia a 24 de septiembre de 2024