Son mayoritarias las voces que reclaman la participación de la mujer en un alarde único. Es así. Que esto se reivindique desde posiciones diferentes significa que los veintiocho años de conflicto nos han atravesado y hecho cambiar a todas y a todos, y también nos indica que a la meta no llegaremos ni a la vez ni por el mismo camino.
Está claro que a la normalización no se llega de un día para otro y que los pasos que se han dado este año son modestos pero muy importantes para la reconciliación del pueblo de Hondarribia. Por eso manifestamos nuestro total apoyo a Igor, alcalde, militante, amigo… Y hacemos nuestras sus palabras: “pese a la aparente oscuridad en el camino, aunque el abismo nos parezca enorme, seguiremos firmes buscando la luz”.
En 2015 publicamos nuestra primera reflexión profunda sobre el Alarde, resultado de dinámicas de grupo organizadas al efecto. Entre otras cosas, decíamos: “El camino debe ser la investigación y la búsqueda de fórmulas para conseguir la participación de las mujeres en una actividad concreta de un día de las fiestas que ha sido exclusiva de los hombres. Esto llevará tiempo porque requiere de formación y normalización”.
En aquel escrito inicial aparecen también otras ideas: criticábamos que una asociación se había apropiado de un patrimonio común, confesábamos no tener soluciones mágicas, y confiábamos en los pasos que daría la ciudadanía para conseguir celebrar unas fiestas igualitarias, alegres y pacíficas. (La ciudadanía, por cierto, ha dado pasos: Guztion alardea, la propuesta Saindua, el foro ciudadano…).
Durante el proceso hemos constatado que la opción de los dos alardes mantiene la división en el pueblo y perpetúa la permanencia de algunas personas en su zona de confort. Por eso, en nuestras declaraciones, reclamamos abiertamente un alarde único, público e igualitario. Para lograrlo es imprescindible impulsar el cambio del actual sistema de sexo-género.
De lo expresado en la Ley de Igualdad, queremos destacar que “el fin último de la ley es avanzar en la consecución de una sociedad igualitaria en la que todas las personas sean libres, tanto en el ámbito público como en el privado, para desarrollar sus capacidades personales y tomar decisiones sin las limitaciones impuestas por los roles tradicionales en función del sexo, y en la que se tengan en cuenta, valoren y potencien por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de mujeres y hombres.”
Esto es imposible sin la transformación del sujeto, sin su motivación. Desgraciadamente, desde que se aprobó la Ley en 2005 hasta hoy, el ayuntamiento de Hondarribia ni ha puesto los medios ni ha desarrollado políticas de igualdad y así han pasado diecinueve años sin actuaciones prácticas. Y ahora que se empiezan a dar pasos hacia la solución, parece que alguien prefiere perpetuar el conflicto, negándole a las modernas generaciones la celebración pacífica y alegre de sus fiestas, alimentando la frustración y aumentando el peso de la mochila que ya arrastran. No merecemos esto. El pueblo de Hondarribia merece ser feliz.
Para salir del punto muerto hay que fomentar el diálogo, tender puentes y crear espacios comunes, y en eso estamos, con la ciudadanía como protagonista en este camino por la igualdad, por la solución. Muchas comunicaciones, aportaciones y peticiones de todo tipo dirigidas al ayuntamiento así lo confirman.
Por eso, hace falta que queramos hacer cosas juntos y juntas. En aras del ideal superior tenemos que avanzar valorando el trabajo ajeno y enriqueciendo las aspiraciones y las ideas propias con las del resto. Antes, el Alarde era símbolo de la unidad del pueblo. ¡Devolvámosle aquella esencia!
GORA HONDARRIBIA!
02 de septiembre de 2024